SILENT HILL: Los videojuegos que me asustan

Corría el año 1999 y yo era el feliz poseedor de una PSX (la primera Playstation que salió al mercado), disfrutando como un enano de ese nuevo género de videojuego en los que el terror era el ingrediente principal: el Survival Horror.


El estandarte de este nuevo género venía representado por la saga de juegos de Resident Evil, que por aquel año ya se encontraba por su segunda entrega y que nos hacía pasar momentos gloriosos con unos gráficos de 32 bits que hoy en día seguro que le sacan la sonrisa (o las ganas de vomitar) a más de un adolescente que se ha criado a partir de la Playstation 3, pero que a nosotros nos dejaba alucinados por el realismo que suponían esos gráficos para aquella época.

Por si hay algún chaval que no me cree, aquí os dejo una imagen histórica del primer Resident Evil, que se ha convertido por derecho propio en uno de los momentos cumbres del mundo del videojuego: El "momentazo" en el que descubrimos al primer zombi del videojuego... ¡Esto es historia del entrenimiento!!!

Pues bien, como iba diciendo, corría el año 1999 y la empresa de entretenimiento Konami sacó un nuevo juego llamado Silent Hill y claro, como era de terror, me lo compré porque quería pasar esos “malos” ratos que tan bien me lo hacían pasar en la oscuridad del salón de mis padres (por esa época no tenía novia, así que en la oscuridad del salón sólo podía jugar con la consola).

Creo que fue una de las mejores compras que hice en mi vida.

En este primer juego encarnábamos a Harry Mason que, tras un accidente de coche, perdía a su hija adoptiva Cheryl y para buscarla, se adentraba en un pueblo cubierto por una extraña y constante niebla, llamado Silent Hill.

Ahora imaginaos que encarnáis al personaje y estáis solos, rodeados por una espesa niebla que no os deja ver más de dos metros y que tenéis una radio estropeada que hace ruido cada vez que un monstruo (salido de la mente más retorcida que un ser humano haya concebido) está cerca vuestro... Y sabéis que está ahí, pero no lo podéis ver.

¡Ese es el espíritu de Silent Hill!!!... Unos juegos de terror psicológico que no destacan por su nivel de dificultad o por su apartado gráfico (la competencia siempre los ha hecho mejores), sino por su capacidad única para asustar al espectador, mezclando el concepto de “no ver” a los monstruos hasta que prácticamente los tienes encima, con el del sonido que termina de crear una atmósfera opresiva.

Creo que no hace falta que os diga que me enamoré del juego desde el primer momento en el que me adentré en la niebla y una especie de pterodáctilo asqueroso me atacó para, tras derrotarlo de un modo que no recuerdo, ser de nuevo atacado por una especie de perro despellejado que daba muchísimo más pavor que los perros de Resident Evil.

El primer Silent Hill tiene el dudoso privilegio de ser uno de los juegos en los que el corazón se me aceleró a mil cuando entré en una habitación en la que no había absolutamente nada, pero que un ruido constante de cadenas en su interior me pusieron cardiaco.

¡Os puedo jurar que realmente estaba acojonado!!!

Y todo va a peor cuando el mundo de Silent Hill cambia… Sí, porque en esos juegos hay dos mundos paralelos: Uno cubierto por la niebla que se parece mucho al mundo real y otro de pesadilla, en el que las paredes y los suelos son verjas metálicas oxidadas, cubiertas de sangre y la oscuridad lo envuelve todo y sólo gracias a una linterna, que alumbra lo justo para que no nos choquemos con las paredes, podemos seguir avanzando (aunque a los monstruos los seguimos sin poder ver hasta que casi los tenemos encima).


Personalmente, este primer Silent Hill lo considero una obra maestra al que dos años después siguió su segunda parte, que nos contaba la historia de otro personaje y que para mi gusto era algo inferior a la primera parte, aunque ya se encontraba disponible en exclusiva para Playstation 2, con lo que ello suponía en mejoría de gráficos (porque la historia seguía siendo igual de enrevesada y  adictiva).

Tras dos años, apareció Silent Hill 3, un juego que dejaba en bragas a su segunda parte y el que considero el mejor de toda la saga. En esta tercera entrega manejábamos a Heather Mason, en una continuación de la primera parte y lo que más recuerdo de esta joya eran los momentos en los que (sin trucos, ni fundidos) uno asistía en tiempo real a la desintegración del mundo “normal”.

Las paredes se deshacían como si estuvieran hechas de trozos minúsculos de papel que ascendían y desaparecían, y entonces nos aparecía ese Silent Hill asqueroso, con las paredes deshaciéndose para transformarse en esas verjas oxidadas, suelos sucios, sangre reseca y todo tipo de asquerosidades que se os ocurran.

Esto jamás se había visto hasta entonces en una consola y la gran mayoría de los usuarios de nuestras Playstation 2 nos quedamos con la boca abierta mientras ocurría ese efecto en la pantalla de la televisión (efecto que posteriormente se convertiría en un estándar y hasta lo veríamos “a posteriori” en las dos películas que se rodaron para el cine, que por cierto, son más malas que pegar a un padre).

Y hasta esta tercera parte llegó la cumbre de Silent Hill, porque con su cuarta entrega (Silent Hill 4: The Room), un año después, el listón bajó de calidad, de capacidad para asustar y no volvió a levantar cabeza… También quizá propiciado porque los usuarios ya nos habíamos acostumbrado a ese estilo tan particular de dar miedo y necesitábamos más dosis potentes de lo que nos estaban dando.

Y que nos dieran los mismo (o menos), no nos satisfacía.

Luego le siguieron Silent Hill: Arcade y Silent Hill: Origins para Playstation 2, Silent Hill: Homecoming y Silent Hill: Downpour para Playstation 3 y Xbox 360 y ya para otras consolas, Silent Hill: Shattered Memories y Silent Hill: Book of Memories (aparte de otras versiones de Silent Hill para móviles).

Lo cierto es que todos estos juegos siguen manteniendo esa atmósfera tan característica y opresiva que te hacen entrar en la ambientación terrorífica, creando mal rollo e insana adicción… Pero no han conseguido superar las tres primeras entregas... Al menos desde mi sincero punto de vista.

Es cierto que los gráficos han ganado en calidad (lógico al tratarse de consolas mejores) y las texturas de las paredes y suelos resulta terriblemente acojonante.


¿Y qué decir de la galería de monstruos que aparecen en cada nueva entrega?... ¡No querría encontrármelos en las escaleras de mi edificio ni por todo el oro del mundo!!!



Para Xbox One y Playstation 4, las consolas de nueva generación, se ha anunciado un nuevo juego que se estrenará en el año 2016 o 2017. Su título: Silent Hills, del cual existe un teaser interactivo llamado P.T. con el que los usuarios pueden jugar.

Yo aún no lo he hecho, pero las escenas de estos videos prometen un videojuego que superará con creces a todos sus predecesores.


¿Será cierto?... Eso espero, porque tengo ganas de volver a sentir esa sensación de tener el corazón a mil porque he entrado en una habitación en la que no hay nada, pero el ruido de cadenas me pone de los nervios.

Por cierto, antes de acabar, no quería dejar pasar la ocasión de presentaros al monstruo de Silent Hill que más miedo me da de todos y que, junto a los perros despellejados, ha aparecido en todas las entregas de esta saga. ¡Me refiero a la enfermera sin cara!!!



¡Me acojona, aún después de pasados muchos años, muchos juegos y muchos monstruos!!!

¡Y ojalá siga así por toda la eternidad!!!

Nos vemos.


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